

Marineros descargando anchoa. Fuente: anchoasdeluxe.com
A mediados del siglo XIX, con la crisis de la costa italiana, los mercaderes del sector de la pesca se veían obligados a comprar materia prima en el exterior. Los comerciantes venían a Santoña y a las localidades de alrededor a abastecerse de boquerones, un pescado que en aquella época solo servía como cebo para otras capturas de valor superior, pero que en Italia tenía un alto consumo. Por eso, los empresarios italianos alquilaban naves en el norte de la península ibérica y contrataban a mujeres para realizar el procesado del pescado, que posteriormente sería metido en salazón para ser enviado en barco al puerto de Génova (Italia) y a Estados Unidos.
Con el paso del tiempo, muchas familias italianas decidieron trasladar su residencia a España. Alrededor de 1910, los cinco hermanos Orlando Gusimano decidieron dedicarse al sector conservero, explotando su actividad sobre todo en Santoña y Laredo. Tras la muerte prematura de Mateo, el primogénito (Liburio) decidió continuar con la actividad. El resto colaboró con él hasta que finalmente todos consideraron la conveniencia de independizarse de forma simultánea.
Pero, si hay que destacar a un persona, es imprescindible nombrar a Giovanni Vella Scaliota, de los primeros salazoneros italianos que llegaron a Santoña. El joven llegó y se estableció en España por amor. Dolores Inestrillas fue la razón por la que Vella no retornó a su ciudad natal, Sicilia. Ya asentado en el pueblo cántabro y tras muchos años de trabajo, terminó creando los filetes de anchoa en aceite en 1883. Anteriormente este pez se limpiaba y se consumía al natural, o con un poco de mantequilla para suavizar su salinidad. Pero, Vella comenzó a obsesionarse con la idea (a la que denomina 'il ciú grande bocato') de realizar estas labores en fábrica y enlatar el bocarte en aceite para después venderlo.
Para ello comenzó a realizar todas las fases del proceso en las factorías: limpieza del pescado, salazón, corte del producto en tiras quitando la espina central y, finalmente, el envasado en latas utilizando mantequilla derretida como cobertura. Este fue el verdadero comienzo de la elaboración de la Anchoa del Mar Cantábrico.

Fábrica de la familia Orlando, en Santoña. Fuente: cadenaser.com
